Dra. Amanda Céspedes
En 1988 el Ministerio de Educación decretó el 7 de abril como Día de la Educación Rural en Chile, en honor a la maestra rural, poetisa y Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral, nacida un 7 de abril de 1889 en Vicuña. Han transcurrido 33 años desde ese decreto pero el país todavía está en deuda con la educación rural; todavía parte importante de la sociedad chilena desconoce el rol gravitante que desempeñan los docentes rurales en aspectos territoriales clave para el desarrollo, como lo es mantener viva la cultura y la identidad local, ser agentes de desarrollo comunitario y ejercer su rol educador desde los vínculos con los alumnos, sus familias y la comunidad. Esta deuda se hace extensiva a las universidades, la mayoría de las cuales no incluye en el currículo de pregrado conocimientos que son pertinentes y específicos de la educación rural y que constituyen un acervo cultural único en manos de los docentes rurales. La realidad en nuestro país y otros de Latinoamérica muestra que las escuelas rurales están en manos de docentes multigrado, quienes desde la práctica desempeñan una docencia propia en todos los aspectos, desde la didáctica hasta la elaboración de un currículo personalizado. Estas particularidades de la educación rural constituyen su gran fortaleza, pero quedan enmascaradas por las profundas desigualdades con respecto a las escuelas urbanas, como lo son la asignación de subvenciones y los recursos para actividades extraprogramáticas culturales y recreativas. Las desigualdades también quedan reflejadas en la alta proporción de escuelas rurales que son cerradas debido a su bajo desempeño, sin lograr ver que sobre este bajo desempeño gravitan factores sociales tales como la vulnerabilidad social, el aislamiento geográfico y una política de financiamiento transversal que no distingue escuelas rurales de escuelas urbanas. También el país está en deuda al ignorar el relevante papel de la educación rural en la identidad territorial, estrechamente vinculada a la historia y las tradiciones y el valioso aporte cultural e identitario que ofrece el ambiente natural al quehacer pedagógico.
Haber elegido el día del natalicio de Gabriela Mistral para resaltar el valor de la educación rural exige una mirada crítica a la responsabilidad del país en su tarea de “redimir a las clases populares a través de la educación”, lo que exige hacer conciencia de sus particularidades y de la tenaz tendencia a invisibilizar al 34.6 % de la población chilena.