(Mens sana in corpore sano, poema satírico de Juvenal, poeta romano, siglo II d.C.)
Recientes investigaciones muestran una relación entre el TDAH en niños, el estrés oxidativo y la neuroinflamación. El estrés oxidativo se refiere a un aumento de la producción de radicales libres circulantes, con el consiguiente daño neuronal inflamatorio y la activación de mecanismos inmunitarios que pueden contribuir a otras descompensaciones, como alergias severas, sensibilidad alimentaria y trastornos de autoinmunidad.
El aumento del estrés oxidativo se relaciona con factores genéticos y ambientales propios de la condición TDAH; entre los factores genéticos se han identificado genes que favorecen la inflamación en estos niños, mientras que entre los factores ambientales la alimentación inadecuada, los desórdenes del sueño nocturno y el sedentarismo son factores de mucho peso.
En efecto, en los niños y adolescentes con TDAH es frecuente encontrar el antecedente de un deficiente consumo de frutas y verduras con acción antioxidante; alteraciones crónicas del esquema de sueño nocturno (la mayoría de estos niños y adolescentes duerme 2 horas menos del mínimo de horas de sueño requeridas para estar saludable) que altera el ciclo de la melatonina y un exceso de inactividad física como consecuencia del uso excesivo de pantallas interactivas.
Este dato hace imprescindible un alerta de toda la comunidad; no solo las familias de niños y adolescentes TDAH deben ser más estrictas en instalar hábitos saludables tempranamente en sus hijos; neurólogos y psiquiatras infantiles deben indagar acerca de tales hábitos y sugerir modificaciones alimentarias, de sueño y de recreación, mientras que a nivel educativo se requiere mayor proactividad en el fomento de la actividad física sistemática y la modificación tanto de las jornadas de clases como de las metodologías para favorecer la recreación activa y las clases outdoors.