
¿Cuántas horas diarias inviertes en las redes sociales? ¿Cuántas horas diarias inviertes navegando por internet o revisando tus mensajes en el celular? ¿Cuántas horas diarias inviertes viendo TV? ¿Reconoces ser sedentario sin voluntad para dejar de serlo?
Se afirma que una de las particularidades de nuestro cerebro es que sus neuronas no sólo no se regeneran una vez dañadas, sino que ellas se forman muy tempranamente durante el desarrollo, en la etapa embrionaria. Finalizada dicha etapa, las neuronas comienzan a crecer, a diferenciarse y a morir, sin posibilidad de ser reemplazadas por células nuevas. Esto explica por qué las lesiones traumáticas al cerebro y/o a la médula espinal dejan secuelas irreversibles. Sin embargo, esta aseveración es sólo parcialmente cierta, por cuanto hay regiones del cerebro donde se están formando neuronas todos los días, desde que nacemos hasta que morimos, permitiendo que la funcionalidad de dichas regiones se mantenga intacta o se potencie. Sin embargo, no basta con formar nuevas neuronas…¡es indispensable conectarlas entre sí formando redes neuronales!
Se forman neuronas todos los días en estructuras cerebrales que son clave para los procesos intelectuales, para los procesos de regulación emocional, almacenamiento de información (memoria), capacidad de realizar nuevos aprendizajes y establecer interacciones enriquecedoras. Estas regiones cerebrales son particularmente vulnerables a ciertos daños por toxinas, entre las cuales el cortisol juega un papel crucial. El cortisol es una hormona que liberamos cuando enfrentamos una amenaza; en cantidades excesivas es tóxica para las neuronas, destruyendo sus membranas celulares y sus ramificaciones. La toxicidad del cortisol es extrema en el bebé por nacer, el bebé recién nacido, durante los primeros 3 años de la vida y en la tercera y cuarta edad.
¿Cuál es el estímulo que da el vamos a la formación de neuronas en esas regiones cerebrales?
El estímulo es la actividad física sostenida en el tiempo, vale decir, sistemática, cotidiana. En los niños jugar al aire libre, saltar, trepar, correr. En los adultos caminar, pedalear, bailar por un mínimo de 45 minutos diarios.
¿Cuáles son los estímulos que permiten que las neuronas se conecten de manera adecuada?
El cerebro produce un químico llamado BDNF (factor neurotrófico producido por el cerebro) que actúa estimulando la conectividad entre neuronas nuevas. El BDNF a su vez es estimulado por moléculas que juegan un importante papel en el bienestar integral del organismo. Entre ellas destaca el papel de la oxitocina, una hormona producida por la hipófisis que durante todo el siglo XX se creía que era solamente la responsable de poner en marcha el trabajo de parto a través de provocar contracciones del útero. Sin embargo, ella posee otras acciones: es el más poderoso calmante de la ansiedad que se conoce; también alivia los dolores y tiende a atenuar la intensidad de los aspectos dolorosos de las experiencias, amplificando los aspectos positivos.
Esta hormona neurotrófica es liberada por las expresiones amorosas entre seres humanos y también entre mamíferos superiores y entre humanos y mamíferos. Las expresiones amorosas engloban la mirada cariñosa, la voz suave, las caricias (besos, abrazos plenos de afecto), la presencia que reconforta en los momentos difíciles, el consuelo, el cobijo. También liberamos oxitocina cuando nuestro cerebro recibe estímulos que relacionamos con el amor, como un aroma, un sabor, el pasaje emotivo de una novela, las imágenes de una película.
Un segundo grupo está formado por dos mensajeros sinápticos: la serotonina y la dopamina. La primera es liberada activamente cuando vivimos experiencias estéticas y/o espirituales; cuando nos volcamos a nuestro interior en esos momentos íntimos con nosotros mismos intentando comprender los misterios de la vida; cuando nos ponemos en un contacto profundo y sereno con la naturaleza (por lo general, cuando caminamos sin compañía por la orilla del mar o nos adentramos por un sendero sin más compañeros que los que proporciona la misma naturaleza: pájaros, insectos, plantas, piedras), cuando realizamos actividades altruistas y de ayuda al prójimo. La dopamina, esa molécula que nos permite ser entusiastas, activos, optimistas y curiosos, favoreciendo los aprendizajes, es liberada cuando jugamos libremente, sin horarios ni restricciones; cuando competimos sanamente en un juego y cuando compartimos con otros en escenarios naturales; cuando trabajamos tesoneramente persiguiendo una meta y cuando aprendemos algo nuevo con motivación y curiosidad.
Todo esto suena hermoso, pero debemos reconocer que nuestra vida actual nos acerca más a un peligroso sedentarismo crónico y a experiencias opuestas a las que favorecen la liberación de neurotróficos. En efecto, sin darnos cuenta hemos reemplazado las experiencias verdaderamente bellas por experiencias de dudoso valor estético: realities televisivos; farándula; espectáculos y películas groseras o abiertamente pornográficas y/o violentas; programas de humor igualmente groseros y chabacanos, en los que el único ingrediente es la vulgaridad; el servicio por los demás ha sido reemplazado por una cultura del egoísmo y del individualismo; adoramos el consumo y tenemos ansiedad por poseer en lugar del deseo de dar o compartir.
¿CÓMO PODRÍAMOS EVITAR ESTA SEQUÍA NEUROTRÓFICA EN UNA GENERACIÓN EN LA CUAL HEMOS PUESTO TANTAS ILUSIONES: LA NIÑEZ?