Naturalización

  • El ser humano constituye una unidad viva con su casa planetaria, siendo por lo tanto responsable de su cuidado; esta responsabilidad ética debe ser inculcada tempranamente al niño a través del ejemplo y de acciones concretas al interior de sus comunidades, nichos de desarrollo y escuelas. .
  • Los entornos naturales poseen una fuerza terapéutica poderosa para los seres humanos (y para el resto de los seres vivos). Otorgamos gran valor a ciertos recursos terapéuticos provenientes de las mal llamadas “terapias alternativas”, en oposición a las terapias farmacológicas.
  • La naturaleza viva incluye al mundo animal. Los animales, tanto los domésticos como los de granja y los que viven en estado salvaje poseen un inestimable valor como seres que contribuyen al bienestar integral de niños y adultos, aportando un valor docente y un valor terapéutico, en especial para niños que sufren desórdenes emocionales, discapacidades sensoriales, motoras, intelectuales, etc.
  • Ser “verde” no es una moda; es compromiso ético con la vida planetaria; es profundo respeto hacia los niños y actitud reverencial hacia una Fuerza Inteligente de creación. Nuestra Fundación afirma que este compromiso ético debe guiar el diseño urbanístico poniendo la mirada en los niños. 
  •  El derecho fundamental de los niños de crecer en ambientes naturales está siendo conculcado gravemente por la presencia creciente de la tecnología digital como falso recurso lúdico.
  • El legado ancestral escrito en nuestro ADN está en peligro de destrucción, y solo quienes hoy son niños pueden evitar que esto ocurra. El potencial de sabiduría al interior de cada niño está en estado potencial, pero requiere de acompañantes que lo activen, y estos acompañantes se denominan educadores. Cuando un educador posee lucidez consciente, y esa luz proviene de la consciencia planetaria, puede contribuir hoy a la acción decidida de los niños mañana.