
Los días 17 y 18 de agosto recién pasados se llevó a cabo en Gandhinagar, Gujarat, India, la primera Cumbre de Alto Nivel sobre Medicina Tradicional, organizada por la OMS (Organización Mundial de la Salud), en la cual participaron ministros de salud (entre ellos los del G20), científicos, profesionales de la medicina tradicional, trabajadores sanitarios y representantes de la sociedad civil, con el objetivo de analizar los desafíos más urgentes de sanidad e impulsar el progreso en la salud global y el desarrollo sostenible. Según la OMS, La medicina tradicional es la suma de conocimientos, técnicas y prácticas fundamentadas en las teorías, creencias y experiencias propias de diferentes culturas que se utilizan para mantener la salud, tanto física como mental, mientras que la medicina complementaria o “alternativa” se refiere a un amplio grupo de prácticas sanitarias que no forman parte de la tradición de un propio país, o no están integradas en su sistema sanitario; finalmente, la medicina integrativa engloba la medicina convencional y la medicina natural de manera armoniosa velando por el bienestar integral del paciente.
Actualmente la medicina tradicional, las medicinas complementarias y la medicina integrativa están bien establecidas en muchas partes del mundo, desempeñando un papel importante en la cultura, la salud y el bienestar de muchas comunidades. En algunos países como Bolivia, México, Perú, Guatemala, estas medicinas no convencionales representan una parte importante del sector de la salud y suelen ser el único recurso de atención de salud para gran parte de la población.
Desde hace ya varios años tanto la OMS y su oficina regional para las Américas y otros organismos internacionales han emitido recomendaciones a los países de las Américas para la adopción de políticas públicas que reconozcan la diversidad cultural y sanitaria de la región, protejan y fortalezcan las medicinas tradicionales y transversalicen el enfoque intercultural en sus políticas, planes y programas de salud, mientras que las poblaciones indígenas, afrodescendientes, romaníes y otras minorías étnicas han agilizado los procesos de reivindicación del derecho a la salud desde una perspectiva intercultural, incorporando el derecho al diseño, implementación, seguimiento y evaluación de políticas, planes, programas y proyectos que posibiliten la articulación entre medicinas tradicionales y medicina convencional.
En esta perspectiva, las conclusiones de esta primera cumbre en la India, que sin duda alguna ponen de relieve los saberes, conocimientos y prácticas de las medicinas tradicionales de las poblaciones indígenas, afrodescendientes, romaníes, y de otros grupos étnicos de las Américas, no solo van a permitir la elaboración de orientaciones técnicas, guías, protocolos, normas, reglamentos, acciones de reconocimiento, protección y fortalecimiento de las medicinas tradicionales, sino también el diseño e implementación de modelos de salud propios e interculturales y van a resaltar un legado y patrimonio intangible de la humanidad.

Sin embargo, esta apertura aún es resistida por parte significativa de la comunidad médica convencional, llamada también alopática. Esta resistencia va desde argumentar “falta de evidencia” científica hasta denunciar daños irreparables a la salud motivados por la ignorancia, la cual lleva a las personas a confiar en la naturaleza pseudocientífica de las medicinas no convencionales. Se plantea que la única forma de superar esta resistencia es la realización de investigaciones en las que se vaya demostrando que la incorporación de elementos culturales va a redundar en la mejora de la situación de salud o que dicha mejora se vea reflejada en los análisis epidemiológicos; pero sin duda alguna que relevar el importante papel de la interculturalidad y de la pertinencia territorial es clave.
https://umamexico.com/medicina-natural-en-america-latina/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7655062/pdf/rpsp-44-e143.pdf