
¿Quienes son los que sufren? No sé, pero (no) son míos.
Hemos modificado el verso del poema de Neruda “El Monte y el Río” para referirnos a una de las más trágicas realidades de hoy: la exclusión social. Se llega a la exclusión social a través del callejón de una vida tan precaria que incomoda a los otros, invitándoles a no ver.
Ser excluido socialmente es una situación límite. Es límite toda situación que amenaza la vida o el bienestar de un ser humano, la que puede ser pasajera o crónica. En condiciones de amenaza crónica, especialmente cuando se vive una sumatoria de amenazas, sobreviene una perturbación no sólo mental sino sistémica. Se desencadena un daño al organismo derivado del estrés crónico, la pésima nutrición, el empleo de alcohol y adictivos y la acumulación de toxinas en un organismo debilitado; la mente se desestructura progresivamente, llegando incluso a la psicosis en aquellos más dañados. Los menos sacan fuerzas de resiliencia.
Una mente desestructurada ya no es capaz de hacer proyectos, ser creativa, apreciar la belleza que le rodea, buscar la armonía, experimentar empatía, solidaridad y compasión. Solo es capaz, antes de sucumbir, de buscar gratificaciones inmediatas activadas por el miedo, la ira, la extrema desesperanza.
El excluido se gratifica con alcohol, adictivos, robando, dañando a otros, matando y volcando su caos interno en el daño sistemático del espacio público. Quienes respetan y cuidan su entorno son aquellos que se saben socialmente incluidos, receptores de derechos. Cuidan porque son vistos y son cuidados. Los otros se envilecen porque son envilecidos a través de ser ignorados.
Recuperar la ciudad, sus parques, sus jardines, no se soluciona conjugando los verbos de la exclusión: erradicar, alejar, invisibilizar, encarcelar, deportar. Se soluciona conjugando los verbos más esquivos en tiempos del individualismo: cuidar, ver, escuchar, acoger, respetar porque, aun sin saber quiénes son los que sufren, sabemos que nos pertenecen.
http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/raya1.pdf
Totalmente de acuerdo con lo expuesto! Cuanta falta hace ampliar el sentido comunitario donde no haya espacio para ningún excluido, en que todos mantengan el necesario sentimiento de pertenencia y significancia que debemos tener, por el solo hecho de ser humanos. Con una sociedad cada vez más individualista y alejada de valores humanos, esto se seguirá acentuando. Es responsabilidad de toda la sociedad el cuidado mutuo, para una mejor salud mental. Gracias Amanda por ayudarnos con esta reflexión!